jueves, 16 de agosto de 2007

Dignidad Rebelde


El General en Jefe del Ejército Libertador del Sur Emiliano Zapata. Manifiesto zapatista en náhuatl. Al pueblo de México:
A los pueblos y gobiernos del mundo:
Hermanos:

Nosotros nacimos de la noche. En ella vivimos. Moriremos en ella. Pero la luz será mañana para los más, para todos aquellos que hoy lloran la noche, para quienes se niega el día, Para todos la luz. Para todos todo.

Nuestra lucha es por hacernos escuchar, y el mal gobierno grita soberbia y tapa con cañones sus oídos.

Nuestra lucha es por un trabajo justo y digno, y el mal gobierno compra y vende cuerpos y vergenzas.

Nuestra lucha es por la vida, y el mal gobierno oferta muerte como futuro.

Nuestra lucha es por la justicia, y el mal gobierno se llena de criminales y asesinos.

Nuestra lucha es por la paz, y el mal gobierno anuncia guerra y destrucción.

Techo, tierra, trabajo, pan, salud, educación, independencia, democracia y libertad. Estas fueron nuestras demandas en la larga noche de los 500 años. Estas son, hoy, nuestras exigencias.

Para saber más:

Marcos. La dignidad Rebelde. Conversaciones con Ignacio Ramonet.Ediciones Le Monde Diplomatique.2001

EZLN.Documentos y Comunicados.Ediciones Era.1994

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/

http://www.submarcos.org/

martes, 14 de agosto de 2007

Espectro


Lo primero que siente al despertar es su boca seca.
Intenta tragar varias veces, luego recorre sus labios con la lengua pero la sequedad incómoda se mantiene. Está congelado, la frazada se perdió en algún momento de la noche dejándolo a merced del viento polar que ingresa por la ventana entreabierta. Allí nomás sobreviene la imagen de ella. Con puntualidad europea, como todas las mañanas. Como cada atardecer.
Es un día complicado con mucho para hacer. Agarra el auto y lo acelera: de todas maneras llegará tarde, el tránsito es un infierno.
En la radio suena una canción, se imagina que ella está a su lado en el asiento de acompañante. Le cuenta que ese tema le recuerda a una novela de piratas de Mark Twain. Es que de chico escuchaba esa melodía mientras leía el libro. Ella se limita a sonreir, se acomoda el pelo llevándoselo hacia atrás y sólo unos minutos después cuando la conversación parece olvidada le pide prestado ese libro. Posa su brazo sobre la cabeza de él y se la rasca con ternura.

miércoles, 8 de agosto de 2007

Una cuestión gestual

El hombre que lo contrató, un tal Hugo, le grita y por segunda vez en lo que va del día se ve obligado a desviar sus ojos hacia un costado y dejar perder la mirada. Si los amigos del pueblo lo vieran perdiendo así la mirada no lo creerían. Lo sentirían como una suerte de traición o atentado a ellos mismos.
Justo él, que había nacido para mandar y conducir ahora se limitaba a perder sin rumbo la mirada. No agachaba la cabeza, no hacía ostensible su resignación y sensación de fracaso. Se trataba de un pequeño gesto. Casi imperceptible. Aún así los muchachos de la barra lo hubieran notado al instante. Por suerte ellos estaban lejos, sólo sabían que su referente había partido, que estaba en Buenos Aires triunfando; habían llegado algunas versiones que indicaban que ya era gerente en una empresa; la mayoría lo imaginaban de saco y corbata tomando café en pintorescos bares de la calle Corrientes y cortejando a bonitas damas vestidas con finos tapados de piel.
Como siempre que se fracasa, las cosas no habían salido de acuerdo a lo planeado. Es difícil que alguien planee el fracaso. No es que no pueda ocurrir pero no es frecuente. De todas maneras este no era el caso.
La idea de vender los preparados de miel y avena que tan bien habían funcionado en el pueblo no tuvo el éxito previsto. En tres meses, sólo se vendieron cinco frascos, eso sin contar que uno fue devuelto porque la señora se lo había confundido con un producto de propóleos que auspiciaban en la radio. Rápidamente escaseó el dinero para el alquiler de la oficina, hubo que despedir al bueno de José y él se encontró sin nada ni nadie en el medio de una ciudad ajena y reacia.
Pateó calles y avenidas en busca de algún guiño de la suerte. Creyó encontrarlo en un bar tristón de la Avenida Santa Fe a la altura de Plaza Italia. Ella era una bella joven de largos cabellos enrulados y busto prominente. Fue demasiado tarde cuando se dio cuenta de que se trataba de una prostituta. Lo suficientemente tarde como para no tener más remedio que entregarle a esta mujer sus últimos billetes en aquel sucio hotel sin mesitas de luz y de colchón ruidoso.
Tan desconsolado lo vio la prostituta que le preguntó qué le pasaba. _ estoy sin trabajo, no tengo nada y me acabo de quedar sin plata, le explicó de un saque, como escupiendo una frase que se había aprendido de memoria. Se sintió aliviado de poder contarle a alguien lo desdichado que se sentía. Poco quedaba de su alguna vez inconmovible suficiencia. Los pesares y las trampas de la ciudad le habían devorado el orgullo como pirañas mal alimentadas.
Fue por recomendación de ella que fue a ver al tal Hugo quien lo contrató para vender los encendedores truchos. Es este tal Hugo el que le grita y ante quien él deja perder su mirada.
Estos días se lo puede ver por la zona de Pompeya recorriendo las calles en la búsqueda incansable de algún comprador.
A veces vende bastantes. En las ciudades los encendedores son mucho mejor negocio que los preparados de miel y avena.

domingo, 5 de agosto de 2007

La flor que me has enviado de Coroico a los días marchitó (*)

Franca Franca ¿dónde andás en Navidades?

El altiplano te robó.

La flor que me has enviado de Coroico con los días marchitó

Tus polleras se entreveran se entreveran en mi cabecera

Y tus pañuelos de seda banderines de las carreteras...

Franca Franca ¿dónde andás en Navidades?,

¿Qué jardín te hipnotizó?

Mis líneas esperan en poste restante tu posible migración.

Los papeles que se vuelan, que se vuelan desde mi ventana

Y el cartero no aparece, no aparece y se fue la mañana

(Carta a Poste Restante-Jaime Ross)

* A todas las Francas que seguiremos recordando