viernes, 28 de febrero de 2014

Sobre los premios Oscar


Qué añito el 2013 que me tuvo bien lejos del cine pero volviendo a ver a Atlanta.
Forest, Corientes, dejar el auto en Darwin y en cinco minutos ya estoy en la popular del equipo marechaliano. “señores yo soy de Atlanta de Villa Crespo, barrio de borrachos y faloperos” Alto mantra para ir relajándose mientras asoma la tormenta por el lado de Juan B. Justo. Los autos del estacionamiento se van poniendo en remojo y como la hice bien, clavo piloto de lluvia para contemplar el horizonte de la tribuna visitante, sin más público que un puñado de inconscientes familiares y dirigentes que todavía se animan a venir.
Estuve por ir a ver el Lobo de Wall Street en Rio de Janeiro. Hacer la del cine de vacaciones en otra ciudad.  Ya me veía en el bondi ese rumbo a la función de las 23 en Leblón, a toda velocidad, golpeándome el estómago contra el piso, venciendo la resistencia de un molinete insólito, agarrándome de los caños chivados, tirando una danza rota para no caerme. La predisposición a la samba carioca no es genética, son esos colectivos, para  sobrevivir tenés que saber bailar desde chiquito.
Pero nos cruzamos en esa Plaza de Flamengo, yo te dije que Los Smiths eran particularmente valorados en Argentina y Brasil y fue lo único, porque a partir de ahí, todo ella (vocé).
Al otro día leí en la playa “El Cielo Protector” de Paul Bowles, una linda edición pero se ve que justo habían despedido al vago que hacía las contratapas “es una novela llena de magia y embriaguez, es la más conocida del autor y fue llevada al cine por Bernardo Bertolucci”
Cuando volví pregunté si la película valía la pena y Negro Bonaudo me dijo que sí, que valía, la bajé y está a la espera mientras escucho sin parar “La La La” de Spinetta y Páez.



En “La La La”, Spinetta funciona como un garante de Fito, custodia que no se mande grandes cagadas. Usted es bueno, jóven, tiene unas temas bárbaros, por eso lo acompaño, le produzco el disco, meto un par de canciones mías, canto de fondo en las suyas, porque si no, puede echar todo a perder.
El regreso de Río de Janeiro es preocupante: me encuentra manejando a una mano sin mirar a los costados e  impostando la voz del flaco mientras Nico me escucha. Me entusiasmo: Spinetta  blindaba a Fito, entendés, el sólo hecho de que estuviera vivo le implicaba un freno,  fíjate el  bajón compositivo que tuvo durante su agonía y cómo ahora que se fue directamente no puede componer.
Nico me deja terminar y como su manera de bancar es cambiar de tema me responde que tengo que ver la última de Lars von Trier, Nynphomaniac, que la mire a pesar de que Télam salió a pegarle fuerte y que cómo jode que el  kirchernismo arruine esas cosas.  Me  hace acordar que sí vi una película el año pasado, con él, era un documental sobre Agustín Tosco, nos había gustado.
Cómo cuesta escribir sobre el amor de verano cuando estamos grandes, menos mal que estamos hablando sobre los premios Oscar.
Quiero ir a buscarte a Ezeiza, llegar bien sobre la hora, tarde en realidad, así no tengo que esperarte sentado y pensar demasiado.  ¿O termino tomando esos cafés de cincuenta mangos porque el avión tuvo un problema en la escala en Curitiba? Que sea raro al principio pero que vayamos a cine, la que vos quieras, Lars Von Trier, el Lobo de Wall Street, Un Argentino en Nueva York.
Cómo cuesta escribir sobre  amor  cuando estamos grandes. Lo logro, de a ratos, si pongo un partido del calcio italiano  de fondo.