Hace
un mes terminamos.
Miro
fútbol sin volumen,
equivoco
las compras,
la
lluvia me da frío
y
nunca estoy del todo despierto.
Nos
vemos para ver cómo estamos.
A
cambio de los aritos que devuelvo,
pido
mi libro,
pero
dice que lo tiene que buscar.
Ojalá
no lo encuentre nunca
así
tengo
algo
para
reprocharle toda la vida.
Creí
que me recuperaba
pero
perdí la billetera y
su
cara
se
me apareció
en
todas las filas que hice
en
todos los aranceles que gatillé.
El
policía de la 37
me
toma la denuncia.
Viene
caliente de algo que le pasó antes.
Mientras
arregla el mouse,
a
los golpes
contra
la mesada,
dice
que
en
este país
todos
quieren ir al cielo
pero
nadie
está
dispuesto a morir.
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