El
micro avanza entre las montañas de la selva inestable.
No
nos caemos por la pericia de los conductores que,
borrachos
de calor,
hacen
que nos deslicemos por la ruta
como
un tejo
de
los fichines de la costa.
El
mail decía: “llegar al pueblo y tomar un taxi”
pero
me bajo en la ruta y a caminar
kilómetros
de tierra.
Sidhartearla
De
Gaulle llegando a París en el 44.
En
vez del gobierno títere nazi
me
recibe una chica
rapada
me
pregunta mi nombre y si soy vegano
No
Pero… ¿preferís?
No.
Me
acompaña a la habitación
sonríe
sin parar
me
dice que en una hora arranca el curso en el templo del fondo.
Tiene
puesta una remera amarilla.
Todos
están vestidos de amarillo
porque
es el color del aprendizaje
los
maestros están de naranja
y
la maestra maestra, de blanco.
Es
un cuarto como de colegio pupilo
el
baño tiene las mismas baldosas blancas
en
piso y pared.
Se
me cae un pendejo mientras meo.
Molesta
verlo en el suelo pulcro,
lo
levanto con el pulgar
haciendo
mínima presión contra la baldosa.
La
primera meditación.
Duele
la espalda y los pies se duermen.
Hay
que visualizar un objeto, repetir un mantra
y
llevar la respiración a un punto.
Al
entrecejo, los que tenemos naturaleza racional,
al
corazón los que son más emocionales.
Pruebo
con una montaña de Córdoba pero la imágen está fuera de foco,
intento
con la llama de una vela: no engancho.
Con
un melón, que es mi fruta preferida,
se
repite el fracaso.
A
la noche tenemos la primera ceremonia.
Un
maestro habla sobre erradicar las malas compañías
las
que atentan contra la espiritualidad.
Relata
cómo se fue alejando
de
su grupo de amigos
con
los que se juntaba a hablar de fútbol
y
a tomar cerveza.
Desesperado,
en el medio de una fiesta
hizo
una postura de yoga complicadísima
para
ver si lograba llamarles la atención.
Se
rieron de él y nunca más los vio.
Cuando
termina,
descubro
que en el comedor hay un
frágil
wi fi.
WI FI RURAL
dice
un cartel en la pared.
Funciona
como
una inyección intravenosa
ver
cómo el celular va,
de
a poco,
acumulando
cientos
de mensajes sin leer.
Empiezo
por los individuales.
Hay
uno de Paula.
Dice
que me extraña y que cuando vuelva
por
favor
pasemos
una semana entera juntos
por
favor
con
aire acondicionado
y
persianas bajas.
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