a un poema
sobre
nuestras
vacaciones.
Por fin
tener tiempo
repercute tanto
en la
consistencia
de nuestros
desechos
como
en las
actividades
que encaramos.
Mirar
a una hormiga
que sube la pared
y baila
el ula ula
sobre una mancha
de humedad
puede ser
un buen plan.
No vayan a creer
que
para hacer
un poema
sobre
nuestras
vacaciones
hace falta
ser un gran
escritor.
¡Ni siquiera
hace falta ser escritor!
La diferencia
entre el escritor
y el que escribe
es que el
escritor
pone
(y saca)
comas.
Para hacer
un poema
sobre
nuestras
vacaciones
no hace falta
ningún doctorado
en
comas.
Alcanza con
dos o tres
imágenes
de la ruta.
1)
El camión con
gallinas
es impasable:
ellas se quieren
escapar
de sus cárceles
tamaño
caja de zapatos
y pierden plumas
a rolete.
Es necesario
encender el
limpiaparabrisas
para salir de
esa realidad
plumífera.
2)
Este cartel
me llamó la
atención:
Genética
de Primera
Calidad
en Alfalfa
“Don Jorge”
3)
Un café que sólo
pasa
si se lo baja
con dos alfajores.
No hay mejor
inyección
para seguir
manejando:
todavía quedan
300 kilómetros.
Pero el coche no
arranca.
Nada.
Ni mu.
_ “Puede ser el
borne de la batería”
dice el hijo
del playero
de la estación
de servicio.
Es un pibe de
trece años
con cabeza
gigante.
Tiene razón:
es el borne.
Qué mierdero el
borne
repito la
palabra “borne”
como si no la
hubiera
aprendido
hace dos segundos
de la boca
de un millennial
pueblerino
reptiliano
superpsíquico
que al toque
trae una llave
número trece
y la tuerca justa
para que el auto
vuelva a
encender.
Le quiero dar
algo de guita,
pero no acepta.
Le digo
“que Dios te
acompañe”
porque asumo
que en su vida
Cristo
juega de diez.
4)
A las siete de
la tarde
el cielo se pone
de color
extraterrestre.
Lo fraccionan
unas nubes
fucsias
tan hermosas
que ridiculizan
toda creación
humana
como el sistema
de control
vehicular
que va
proyectando las patentes
de los autos.
5)
El pelo de Paula
es rosa,
lacio
y queda apoyado
sobre la almohada
a un centímetro
de mi nariz.
Toca mis labios
no puedo evitar
mordérselo.
6)
Me llega un
mensaje de Nico,
está en México.
Me cuenta la
historia
de un juez del
Estado de Michoacán:
la gente humilde
preguntaba por él
como
“El justicia
Mayor”,
nunca
como el juez.
EPILOGO:
Al final me pasé.
No fueron dos o
tres
sino seis
las imágenes que
elegí para armar
estos versos.
Además, hice
trampa
porque una
no fue sobre la
ruta y
en otra
transcribí el
mensaje
de un amigo.
Pero quedó claro:
no hace falta
que pase nada
demasiado fuera
de lo común
para escribir un
poema
sobre
nuestras
vacaciones.
Ejerzamos el
derecho
el asunto es
serio
que si la poesía
no lo escribimos
nosotros,
la escriben
los servicios de
inteligencia.
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