Gus bajó de la autopista y quedó depositado en la
entrada.
A menudo, para llegar a esos lugares es necesario
perderse un poco: pasar una estación de servicio, tomar de referencia un
puente, preguntarle a una vieja.
Pensó que estaría bueno no frenar y llevarse todo
puesto. Estaba para algo así: un ingreso con pompa, sin pedirle permiso a nadie.
De Gaulle entrando a Paris.
Pero sus impulsos triunfalistas, como de costumbre,
fueron evaporándose y de repente pudo sentir emergiendo una cara de tipo solvente,
esa que le venía saliendo cada vez mejor
desde que había cumplido veintiocho. Fue
tal la efectividad de la pose (ojos
ligeramente hacia los costados, mano en la pera) que en unos segundos la barrera que impedía la
entrada al country se abrió de par en par y el de seguridad acercó un planito sobre
el que dibujó una flecha azul cuyo trazo desembocaba en el lote 63.
_ Al boludo de
de atrás le revisaron el baúl, dijo Chucky que viajaba en el asiento de acompañante.
Y como si lo hubiera
dicho sólo para entrar en calor con un
stand up, sentenció: _en los countries no hay gente caminando, sólo trotan o
usan el auto ¿ es buena esa , no?, preguntó retóricamente para al toque
responderse: _pero choreado de Claudia
Piñeiro, no la inventé yo.
_ Mirá justo! gritó, con tono de plateista que viene vaticinando
que el gol va a ser de corner.
El auto iba a diez por hora mientras eludía carteles
de “vaya despacio” así que los dos pudieron
ver las miles de gotas de transpiración en el torso desnudo de un pelado que
venía al trote suave mientras hacía muecas de esfuerzo.
Contra los pronósticos, llegaron al lote 63 con
facilidad y cuando estuvieron delante de la casa (que era enorme) se bajaron
lentamente del auto como suele suceder cuando se llega a un cumpleaños y sólo
conoce al cumpleañero. Lo primero que vieron fue a una mujer jóven con delantal
que parecía ser la empleada doméstica y a una nena con pinta de ser su hija:
tendría unos diez años, llevaba bikini y caminaba detrás de ella persiguiéndola.
Mientras buscaba al cumpleañero, Gus hizo un paneo
general que le permitió detectar mucho
huevo y a una piba a la que conocía de alguna parte.
_En estos lugares no te hacen una bondiola ni en pedo
¿viste? comentó Chucky mientras iban por la décima porción de pizza a la
parrilla que, a esa altura, era con champiñones y morrones. Gus contestó que el Cynard con pomelo estaba muy
bueno y para reforzar la opinión se sirvió un vaso completo que arrastró a la pileta y dejó apoyado en el
borde mientras se sumergía.
Al salir, no lo vio por ningún lado. Dudó de la chica
a la que conocía de alguna parte pero estaba
bastante alejada charlando animadamente con un semicírculo de varones.
El enigma se resolvió por sí sólo cuando el cumpleañero
se acercó y le dijo un poco avergonzado: _“mi mamá no quiere que se tome en la
pileta, te puse el vaso en la mesa, pero se está armando un fútbol, ¿te
prendés? ”.
Gus estaba lesionado pero no dudó en contestar que sí. En realidad habría jugado de marcar a
Cristiano Ronaldo con tal de alejarse un poco de la pileta y el vaso. Pudo ver
a la distancia a Chucky haciéndole un
gesto con un vaso de plástico de que ni en pedo jugaba.
El fútbol era un terreno de seguridad, sabía que aún lastimado
no desentonaba. Se acordó de los panyquesos del colegio, la tranquilidad de saber que lo elegían entre
los primeros y la lástima que le generaban los que jugaban mal o directamente
no jugaban. En su escuela, quizás por ser privada y con perfil progresista
había curiosamente un número muy alto de pataduras lo que potenciaba sus
virtudes.
En el camino a la cancha, los amigos del cumpleañero le informaron que
como en todo buen country se jugaba en
patas. Escuchó detrás suyo un grito: _¡ bostero, eh bostero asqueroso!
Sintió cómo le tocaban la espalda:_ ey bostero mugriento,
¿cómo estás tantos años?
Gus se dio vuelta para encontrarse con la figura de un
pibe de su edad pero tostado, forzudo y con una gran sonrisa que le
preguntaba _ ¿no me reconocés?, _ Soy Martín, Martín Bender.
Recién entonces, Gus pudo descubrir en esa maya de bermuda y abdominales de propaganda al gordo Bender.
_ Soy el gordo Bender, dijo el gordo Bender que por
nada en el mundo bajaba la intensidad de su sonrisa. _Estás hecho mierda, chabon,
qué alegría verte! Qué contás?, gatilló.
Y tenía razón.
Gus estaba según sus propios dichos en
un pésimo momento. Aparte le daba una paja tremenda hablar con el gordo Bender que
encima ahora parecía un modelo de la
revista Hombre. Sus ojos buscaron en el piso algo para decir.
El gordo Bender se había manejado en la escuela con
la suficiente inteligencia como para encontrar el curro de ir al arco lo que lo
colocó en el primer tramo de los paniquesos durante dos años y al mismo tiempo
le garantizó suficiente inmunidad en lo que refería a cargadas ligadas a su
peso y a un tic nervioso que consistía en frotarse constantemente las manos.
Eso duró hasta que el primer intercolegial donde le llenaron la canasta y se
terminó la mentira. O en realidad empezó,
porque el Gordo le dio duro y parejo a la historia de que su papá fabricaba
toboganes de agua para parques de diversiones lo que le sostuvo la imagen
positiva hasta que el chino Juan Manuel
reveló que su mamá había comprado una cama en el negocio de muebles que tenía
el padre del gordo en Avenida Juan B Justo.
Se acordó también Gus de cuando el Gordo Bender le
dijo que Laucha era pobre. _ Me quedé a dormir en la casa ayer, le hicieron
lavar los platos, yo zafé porque era invitado. Ahí no hay una chica que limpia como en nuestras casas,
Gus. Se acordaba patente del gordo diciéndole eso y frotándose las manos a lo loco.
Gus levantó la cabeza y le dijo mientras lo miraba
fijamente: _ Gordo, me garché a tu vieja
hace dos semanas.
El gordo lo miró dudoso sin dejar de exhibir sus
dientes blancos y luego estalló:_ A tu
vieja me la garché yo ayer a la noche, no sabés lo cansado que estoy, bostero,
es fana de la japi, no te das una idea.
Se rieron juntos un rato hablando de cómo habían
quedado enlechadas sus respectivas madres, se dieron un abrazo y prometieron sin demasiado entusiasmo hablar
para juntarse. No llegaron a pasarse los
celulares.
Gus pudo ver cómo a unos metros se preparaba el
inicio del partido. Pensó lo injusto que
había sido chocarse al gordo Bender teniendo
en cuenta la cantidad de veces que había
hecho fuerza mental para cruzarse a Cintia Paredes en el subte.
4 comentarios:
creo conocer es escuela privada con perfil progresista a la que fue gus jaja
claaaro. privada con perfil progresista y tan querida
ESTO ES GENIAL TOMI !!!!!
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