viernes, 19 de octubre de 2012

Orgía Peronista



Antes de mudarme, un amigo me pidió encarecidamente que no empiece a decirle a la casa de mis viejos “Echeverría" al mismo tiempo que él prometía jamás llamar “Zapiola” a la esquina en Colegiales de la que todavía no lograba despegar. Así fue que, en  un intercambio de mails que apuntaba a otras cosas, asumimos  que eran algo forros los que usaban el nombre de una calle como antifaz para referirse a una porción clave del pasado.
 El edificio donde me crié queda en pleno Belgrano y tiene un gran jardín interno. Hace poco fui a verlo y está muy cuidado: pasto, flores y un par de árboles que mi vieja aceptó podar en una reunión de consorcio a cambio de que no construyan cocheras. La verdad que negoció groso, no son fáciles esas reuniones,  creo que si alguien las maneja  bien durante un año está preparado para ir a rearmar el PJ en Chaco, pero ese es otro tema que reservo para  desarrollar cuando se arme una orgía sobre la ley de propiedad horizontal.
Lo cierto es que el aspecto del jardín cambió sustancialmente desde mi infancia cuando éramos muchos chicos varones en el edificio luchando para que mantenga forma de potrero.
Fue en ese lugar donde Jorgito me dijo que su papá había votado a Erman González.

Jorgito era el hijo de Jorge: un encargado de edificio simpático, bastante borracho y fanático de River.
Yo siempre trataba de asegurarme que jugara en mi equipo porque era más grande y te re contra cagaba a patadas, igual siempre te tocaba algún habilidoso porque todos la rompían: los hermanos Dvosquin del quinto, el hijo de los del  cuarto que alquilaban, Topo del séptimo con su hermano que tocaba el saxo o los de planta baja que a menudo caían reforzados por primos que venían de Provincia.
Recuerdo un domingo de elecciones, no se había armado partido  y andábamos con Jorgito medio aburridos cuando decidió mostrarme que usaba una planta de atrás del arco como escondite para encanutar dos o tres revistas porno. Yo estaba muy lejos de tener pelos así que las miré sin demasiado entusiasmo y  cambié de tema preguntándole a quién había votado su papá.
Me respondió  que a Erman González  y  yo  le dije que ese era un  menemista,  que tendría que haber votado a Fernández Meijide como mis viejos o al menos a Polino como mi abuelo. A Jorgito le chupó un huevo mi análisis político y a la noche cuando les conté a mis viejos que había estado charlando de eso con el hijo del portero, me cagaron a pedos.


Durante el secundario mientras estudiaba historia de los libros de José Luis  y Luis Alberto Romero, empecé a tomar partido por el General.
Me costaba manejar ese incipiente peronismo en una casa judía pero tuve la suerte de  encontrar  en calle Corrientes un número de la  revista “Todo es Historia” con el eje “Perón y los judíos” que daba miles de argumentos para sostener que no era nazi, lo que me permitió  salir airoso de los debates familiares.
Después, en la Facultad empecé a militar con un grupo de peronistas con los cuales construimos  una gran amistad y seguimos haciendo política hasta ahora.
Pero se ve que algo hay dando vueltas, porque cada tanto me joden diciendo que ellos me salvaron, que sin su esfuerzo yo hubiera terminado en el progresismo, o con Filmus, lo que es todavía mucho peor.
El otro día cuando caminaba  por el jardín de lo de mis viejos  (y nunca  “Echeverría”) pensaba que sin ser conscientes, lo habíamos militado fuerte, que esa generación de pibes del edificio había  rescatado  durante años un lugar cuyo destino  natural era el de  parque para  que señoras de Belgrano tomen sol.
Y que de seguro esa conquista tuvo también  gran  influencia para no terminar militando con Filmus.


sábado, 2 de junio de 2012

María Gadú, Neymar y C.G.T. El arte de cambiar de tema.


Después de un par de años de cometer la boludez de no tener tele, contraté Telecentro y estoy como quiero.
El pibe de la instalación que en realidad  depende de otra empresa porque está  tercerizado y por ende precarizado cayó a las doce del mediodía  del sábado.  Un horario en el que por lo general hay nula actividad en casa pero ese día habían venido dos amigos del secundario a almorzar.
Uno, muy recordado por decir el primer día  de clases de primer año que le gustaba el circo y a posteriori consagrado por apagar cigarrillos con la boca durante dos cuatrimestres. Ahora tiene una hija y entonces toca el timbre un sábado a las once como si nada.  
Al otro siempre le gustó levantarse temprano y se caracterizó por ser extremadamente bueno con las calles y la ubicación, de hecho hasta mi viejo tiene su teléfono y lo ha llamado más de una vez para ver  cuál es el mejor camino para ir a Ranelagh.
Lo cierto es que cuando cayó el pibe instalador ya habíamos dejado de joder al  segundo con la pregunta de “si el GPS había anulado su gran virtud” (él contestaba muy tranquilo que el tema no le preocupaba en lo más mínimo)  y la situación era de poner ACDC o las marchas peronistas y radicales para ver si la hija del primero que tiene dos años movía las patitas bailando. Ese contexto de confusión me quitó tiempo para terminar de reflexionar sobre si tanto tiempo sin tele había sido culpa de la Escuela del Sol o de mis viejos.
Pasa que es una locura habiendo “futbol para todos” no poder ver los partidos.  Tomé la decisión de volver a la tele un poco antes de pasar por un Ministerio y ver cómo estaba lleno de  lindas chicas de la Cámpora con notebooks (¿el kirchnerismo como apuesta estética?)
N. dice que al kirchnerismo le falta mucha nafta para ser una apuesta estética  y en general me cierra cuando hablamos de este tipo de cosas. Pero creo que en este caso se le escapa que  la apuesta se define  precisamente por el riesgo, por el halo de duda que implica, que conlleva. La apuesta es eso, la posibilidad grande de equivocar.
Pero lo que me interesaba contar es que lo de la tele fue un poco antes de esta discusión y  bastante antes de que Lescano sea el interlocutor del gobierno para fracturar la CGT.
Podrán decir que una cosa no tiene mucho que ver con la otra y es verdad. Es que  cambiar de tema es todo una arte y como todo arte hay que  saber hacerlo.
Martín  Kohan de hecho dice que éste es un don que tenía Martinez Estrada.  Parece que el tipo era un fenómeno pasando de una cosa a la otra, hoy escribía sobre La Pampa; mañana, ajedrez; pasado, Fidel Castro; pasado; Buenos Aires. Lo interesante es que la genialidad no  radicaba como les suele suceder a los genios en  aferrarse  a un objeto  y no soltarlo más sino todo lo contrario. Su impronta era pulular con intensidad, hoy acá y mañana allá con el mismo ahínco.
(A pesar de las pruebas sobradas de que ejercitar un arte es poco negocio, insisto y sigo contando)
El momento bisagra fue cuando tuve que ver Boca Vélez en una Esso en la  que ponían el aire acondicionado a quince grados bajo cero; no hay nadie que pueda resistir noventa minutos  a esa temperatura, menos cuando la empleada de la caja a pesar de que ya la conocés y en el día  interactuaste varias veces insiste en empezar todo diálogo con “Bienvenido a la Esso, señor” ( zezeando cada vez que dice “Esso”)
 Este año volví a ver  la Copa Libertadores y hay partidazos, por ejemplo la vuelta de  Lanús Vasco fue impresionante. Los equipos brasileños siguen siendo protagonistas pero hay cosas que cambiaron.
 Por ejemplo, Brasil siempre se caracterizó por sacar marcadores de punta y cantantes mujeres.
Bueno, parece que la fábrica de los número 3 con proyección se vino a menos desde que gobierna el PT, ejemplo elocuente es el partido del otro día Vélez Santos en el que tuvo que  entrar un lateral de 37 años  en el segundo tiempo  para desequilibrar el partido.
En lo que respecta a las cantantes, siguen siendo los  primeros exportadores del mundo, lejos.
Ahora me hicieron escuchar a María Gadú, una pibita con pinta de torta que hizo el tema perfecto a los 25 años,  la verdad que el tema de la edad no es algo que me inquiete de manera exagerada pero tampoco se me escapa.
 Dice “imagine um barco de papel”  en el tema que la hizo famosa “Shimbalaie”  y es perfecta. Después hay otro video dando vueltas en youtube en el que está ella llorando en el escenario mientras escucha a Caetano haciendo un  tema de ella. Perfecta y sensible.
A los pocos días de empezar a esucharla, un amigo me sale con que cuando vivió en España era muy bueno trabajando en el Auto Mac, pero que allá se llama Mac Auto lo que es muy distinto. La conversación  cambia de frente y se centra en que la Mostaneza fracasó porque le agarró la crisis del 2001, que si no hubiera sido un éxito. Aparte la publicidad hacía hincapié en el ama de casa y eso le restó. Ahora que lo escribo pienso que tampoco  el nombre ayudó demasiado.
A contrario sensu de lo que pensé creer,  todos se la bancan bastante con el arte de cambiar de tema. Ma qué Martinez Estrada.
Sin embargo, me  parece que no estaría mal como nombre para un programa de radio. De una vez por semana.

  

domingo, 4 de marzo de 2012

Casamientos


Los novios se hicieron cargo de una reivindicación que viene ganando terreno desde hace un par de años y  eliminaron el carnaval carioca.
Pero  suena YMCA, qué tema de de mierda, por favor. “ Young men, Young men” y no se cómo esa  entrada convoca a  un par de monos que habían estado atrincherados a la silla con la mirada en el mantel toda la noche.  Claro, son entre las cinco y  las seis: dar la cara en la pista ya no tiene costo político.
Al toque me doy cuenta que en realidad YMCA es un garcha porque después de ese ponen “Los Piratas”. Sobre ese tema ya se expidió el Toto  en la despedida de soltero que le organizamos al novio sin que él venga, palabras más palabras menos: “ los que  hacen pogo con esa  canción son los que no hacen ninguna, porque Los Piratas en serio cuando ponen esta canción ya re contra se tomaron el palo”.
 Los que no pueden ni siquiera jugar un partido de fútbol 5 los miércoles en Doblas y Autopista a las 21:00 horas, los que suspenden las birras de  los pibes el viernes porque ella discutió fuerte con la mamá  y a pesar de que van a pasar juntos sábado, domingo y feriado, suspenden. Y   empujan y hasta meten un par de codazos  porque eso los ayuda a emerger  un poco de la mierda en la que están sumergidos “ nos sacamos el anillo carcelero y vivimos una noche de solteros”
YMCA es una poronga porque después suena “ este es el show de Xuxa está hecho con amor ”, los novios anularon el carnaval carioca, no es que hicieron la revolución leninista. Aparte un golcito Brasil te clava siempre.  “Un pasito pa delante un pasito para tras” y se levantan tres bestias sexuales que nadie había visto en toda la noche.
“ El mono relojero” de Kapanga que sigue después explica por qué YMCA es una canción para vomitarle encima, agonismo del viaje de egresados de séptimo grado, metáfora de la gestión de Duhalde.
Alguien  muy atinado le pide al DJ que ponga “ El más Popular ” de Los Palmeras porque sabe que al novio lo agita mucho ese estribillo pero el tipo pone otra de la misma banda. Pasó de DJ a Disc Jockey.
Me acerco y  desde abajo le tengo que pedir que ponga la otra. “Puse esta, me explica” como si yo no  estuviera diciéndole que justamente esa es la gran cagada.  Y lo hace más gráfico con un “Si me hubieran avisado antes…”  Le digo que  no entiendo por qué no la puede poner ahora,  por qué hay que avisarle antes, que  es un Disc Jockey, no una banda, que no  tiene que ensayar los temas en la semana: se pone áspero  pero aparecen dos chicas que interpretan que  tienen más herramientas que yo  para convencerlo pero  sorpresivamente también fracasan. Los Disck jockeys trabajan de que la gente la pase bien, nada que ver con los abogados.
Gran casamiento. De los mejores que tuve. Noche de estribillos, de vino y fernet, de asado y ensalada. Pero también de que el Loco toque en la guitarra “ Fotos de Tokio” de Aznar y que  alguien haga una versión de “ Quedándote o Yéndote”  del Flaco. Si lograron que pase eso en un casamiento, cómo no se iban a animar los novios  a eliminar el carnaval carioca. Ninguna revolución leninista. Pero siempre cambiando para mejorar.

jueves, 26 de enero de 2012

Enero en Buenos Aires


    Hacía rato que no estaba un enero en Buenos Aires: se me vinieron a la cabeza aquellos largos veranos de chico cuando pasaba tardes enteras en la casa de mis abuelos en Vicente Lopez. El lugar no tenía pileta, jardín grande  ni nada demasiado especial pero aún así servía como bálsamo para las temperaturas que maneja Buenos en esa época del año  al menos desde que  yo tengo uso de razón porque los viejos dicen que antes no era así pero en realidad los viejos dicen eso  acerca de cualquier cosa.
        Salgo de la Fiscalía y veo una ciudad tranquila, con poca gente y la que está no tiene demasiadas ganas de hablar, todo parece reducirse a un juego de postas hasta llegar a algún aire acondicionado.
 En la tele sólo pasan esos móviles con chimentos sobre las peleas de las obras teatrales desde Mar del Plata y Villa Carlos Paz. Admito que me tranquilizan un poco: si las vacaciones se parecen en algo a esas entrevistas casi que me van a terminar obligando  a  agradecer estar trabajando en la ciudad.
 Estuve quince días en Brasil y me sentí un poco condicionado por las últimas dos vacaciones que habían sido  muy arriba.  Debe estar por cumplirse un año de aquella tarde noche cuando en Montañita nos metimos al mar con NZ  y tuvimos los dos la percepción de que había sido la mejor metida al mar de nuestras vidas. Lo más conmovedor  de  esa situación es  sin embargo,  el hecho  de que NP que no había entrado agua  y nos miraba de lejos pudo a la distancia entender la magnitud del momento y  haya hecho todo lo posible para poder retratarlo con una fotografía.  El error de haber acudido a unas chilenas de mierda que no accedieron es tan accesorio como pintoresco y sólo perfecciona nuestra idea de Patria Grande ( sin Chile, claro). Así, Ecuador demostró que nunca llegás a ver tu mejor foto porque  nunca te la revelan.  Pero  si tenés suerte en algún momento un amigo o quizás una  novia o más aún un padre una noche entre  vinos y confesiones  pueda accidentalmente dar con la misma.
No se qué me enseñó Brasil pero tampoco creo que tenga demasiado sentido exigirle  a las vacaciones que  le dejen a uno algún tipo de enseñanza.
 Pero sí pude disfrutar  año nuevo en una remota playa muy brasilera (llena de brasileros, códigos brasileros, barro y tanta cerveza que se confundía con la lluvia) fue como  visitar un laboratorio fotográfico que a lo largo de la noche iba revelando fotos del año. Noche de magia, claro,  pero también de “cambios de brebajes” y un viejo amigo que acierta con el consejo “ el fernet no se adapta a Brasil, acá es Cuba Libre”. Lo abrazo, le digo feliz año y que es la única persona que conozco que hace chistes con salvedades. Después de eso la noche tira el salto mortal.
Vi muchos rastas brasileños pero con la particularidad de que una asombrosa proporción tenían cara de boludo ( y es raro porque hasta ahora los rastas para mí tenían en general cara de vivos) chicas argentinas  de esas que no saben qué mierda hacer en Buenos Aires y se van a trabajar a un hostel hasta que los padres les dejan de mandar guita y casi todos los candidatos  a consejeros del PO.  Aprendí a des escamar pescados y a sacarle al calamar su bolso de tinta sin que explote;  también descubrí a Saer: “ cuando hay una persona cerca de uno, las cosas desaparecen, y cuando los ojos de esa persona nos recorren, desaparece también la persona y quedan solamente los ojos. Si esos ojos son los de Esteban, hasta los ojos mismos desaparecen, y lo que queda es algo imposible de definir”
Hacía rato que no escribía y lo estoy disfrutando. Como cuando abrí mi casilla de mails al regreso y me encontré con esa idea maravillosa del Toto : “ no se pueden hacer cuadros sinópticos de  la vida de las personas”.  
La última vez que me senté a escribir fue después de la feria de invierno, dos veces por año no  es tan poco siempre y cuando sigamos haciendo política (en eso, esperemos que no algún día habrá tiempo para la resignación literaria)  Justamente en  aquella oportunidad jugaba con la posibilidad bastante descabellada de que el kirchnerismo termine siendo un género literario en algún stand de librerías Yenni. Tan lejos y tan cerca.
 P entre otros critica mi devoción por Brasil y la pone en la misma bolsa que “la complejidad del conflicto de medio oriente”  pero aquí estoy de regreso, vivito y coleando habiendo arrancado el año prematuramente. Y antes de cerrar, P., qué hay de la devoción por Uruguay, justo hace unos días me dijeron: “desde cuándo queremos ser todos uruguayos, desde cuándo esa afición por lumpenear en pueblitos sin luz con veladores, un frío terrorífico de noche y hacer amistad con chicas que venden panes en canasto y charlar con pibas  que se hacen las uruguayas media hora hasta que no se aguantan  más y  confiesan que  son egresadas del Nicolás Avellaneda.”
En este blog alguna vez nos planteamos en qué momento empezaba un viaje. Hoy es día de hablar de los finales.
Aeropuerto de Río,  hago tiempo y voy al baño: estoy  tostado pero tostado de esos que se van en cinco días. Me siento a esperar el embarque y escucho una conversación entre dos brasileras  preocupadas, un poco para seguir haciendo tiempo y otro poco de metido.
Brasilera 1:_ las argentinas siguen siendo flaquitas o ya engordaron?
Brasilera 2:_ siguen igual, ellas son así.
B1:_ tengo miedo de no conseguir ropa, en Buenos Aires hay sólo talles pequeños.
B2:_ donde hay talles amplios en la calle Avellaneda, te tomás un taxi. Desde Recoleta hasta ahí sale algo así como 20 reales.
 Después de eso parecería que ya nada les queda a las vacaciones. Que ese es el final.
Al otro día entiendo que me precipité. En realidad todo se acaba cuando escucho a mi jefa cantar “ nossa, nossa, asim voce me mata”.