martes, 16 de octubre de 2007

Carta al hermano que vendrá


A mi futuro ladero y compañero de vida:

Hermano mío , que como yo no eres fruto del deseo sino de la desidia, a vos te quiero escribir.
Tristán han de llamarte madre y padre pero yo me ocuparé de que el resto te conozca como Thales, Thales de Mileto: sonoridad impecable.
A tu cuerpito huesudo que apenas se mueve en la cuna y a tu alma aún límpida le dirijo estas frases. A vos querido mío, que junto a mí sufrirás la impotencia de ser maltratado más de la cuenta cuando la cosecha sea magra. Que sentirás la impotencia cuando más por cansancio que por torpeza rompas una rueda del carro de padre.
Sin embargo, no sufrirás la soledad propia de la desatención cuando los picos de fiebre no te dejen dormir y por ser la época de siembra tu madre ya haya partido hacia el otro lado del valle. Pero tu suerte no correrá el riesgo que sufrió la mía. Porque precisamente allí estaré yo, amado mío, colocándote fríos paños de agua sobre tu frente plagada de coloridas pecas.
Te escribo, hermano querido, porque pienso lo mucho que me hubiera servido a mí tener alguien por delante que me explique retazos del vivir. Que me prevenga acerca de cómo el sol azota nuestras espaldas en la curtiembre y la luna nos llena de ese agua interna a la que llaman melancolía. Acerca de por qué padre vuelve por las noches cabizbajo, agresivo y con fuerte aliento.
No tienes una idea de cómo hubiera deseado yo un hermano, padrino o amigo que me enseñe a rotar el cultivo del arroz y me sirva jugo de limón en verano.
¡Yo seré bueno contigo, pequeño crío de nariz aguileña y ojos helénicos! Seré el primero en explicarte cómo colocar la caña en el barro en invierno para que florezca en primavera. Te protegeré durante el arduo pero reconfortante trabajo de todos los días. Disfrutaremos por igual aquellos grandes almuerzos de enteras cacerolas con pollo y arroz acompañados de coloreadas verduras. También habremos de soportar las más difíciles noches, hermano mío, noches frías de alma golpeada que se contenta con la poca mandioca que les sobró a los primos. Pero créeme que te servirá. Comer después de conocer el hambre sabe distinto. Es parecido a ser besado en la oreja por la mujer que amas y tu sí que entenderás de amores, mi querido Thales. Thales de Mileto: sonoridad impecable.
Ya te contaré del odio escondido entre las frazadas polvorientas de madre y padre, de cómo un sapo puede ser útil para combatir la plaga de los cascarudos y como ofrendar a la pachamama en su justa medida para no ofenderla como suelen hacerlo los campesinos analfabetos con homenajes ridículos.
Una vez que padre muera, seré yo quien me encargue del rancho, lo convertiré en estancia y luego la comarca será nuestra. Y en ese momento, oh hermano mío, dejaré que puedas compensarme por lo brindado. Será sólo entonces cuando cabalgaremos a la par por las verdes praderas. Serás mi sexto sentido y mi protector, hablarás con los campesinos y también con las víboras. No te preocupes, podrás manejarlo ya habrás comprendido para aquel momento el arte de la persuasión conservando siempre el respeto y los buenos modales.
Por ello hermano, te escribo estas líneas, para que sepas que nunca permitiré mientras yo viva en esta comarca que algo te lastime. Por ello, bendita alma gemela, es porque te escribo.
Además de porque disfruto al escribir, mi querido Thales. Thales de Mileto: sonoridad impecable.

1 comentario:

juancho dijo...

thats aaaa good text, i like the form and de word you use, mastercapo.
estoy aburrido y miro todo tu blog. AWJNRGÀWEURHNVÀQH