lunes, 21 de mayo de 2007

Artistas

El colchón hizo un chirrido cuando el hombre se dejó caer sobre él. Varios pedazos de goma espuma salieron despedidos. El polvo lo hizo estornudar.
No se puede decir que le generaba curiosidad la presencia del colchón allí dispuesto. Como esperando que él llegue.
El auto había empezado a fallar justo a la salida del primer cañón y un par de kilómetros más adelante se frenó para no volver a arrancar. El hombre empujó el vehículo para correrlo del centro de la carretera y se sentó al costado del camino. En pleno verano nadie se animaba a atravesar esa ruta. Las posibilidades de que alguien lo auxilie eran remotas.
Observó como los cóndores planeaban a poca distancia del suelo y aterrizaban ubicándose a unos cien metros de él. Por primera vez se percató de que le sangraba la pierna. También le dolía mucho la espalda y sentía que la mano derecha le latía como si tuviese algún huesillo fracturado.

Alguien lo sigue muy de cerca estando a muchos kilómetros de distancia. Un juez viejo de pesada barba canosa, nariz puntiaguda y distinguidos modales.
El juez en su laberinto jurídico con piezas gigantes, enormes y radioactivas. Moviendo con destreza los peones. Siempre le gustó la idea de comportarse como un artista, la impronta estética era esencial para moverse con fluidez en los pasillos de las leyes. Sólo era cuestión de esperar el momento adecuado para desplazar el caballo hacia la derecha y hacer el gran enroque final para poner en jaque al imputado.


La noche cayó lenta, quizás más de lo común y consigo trajo todo el frío del desierto.
El hombre abrió el baúl y sin mirar desató el descuidado nudo del bulto. Uno a uno fue desabrochando los botones y logró despegar el chaleco del cuerpo. Hizo fuerza, le dolían las manos y le costaba moverlas. Después de un rato logró que ambas mangas queden libres. Decidió no atar el bulto y cerró el baúl justo antes de que las náuseas se tornen incontenibles.
Se puso el chaleco y se volvió a acostar en el colchón. Prendió un cigarrillo.

1 comentario:

Sofía Libertad dijo...

Muy bueno. Me encantó eso de "los pasillos de las leyes". Es una historia muy creativa, en la congruencia de dos de tus mundos: el arte y las leyes.