viernes, 26 de diciembre de 2008

Una Historia "Naíf" para Fin de Año

Es 22 de diciembre, tengo que ir al centro para hacer mil trámites: bancos, escribanía, AFIP, Pago Fácil y toda esa burocracia que uno debe soportar para sobrevivir.
Contra todos los pronósticos termino antes de lo pensado y me quedan un par de horas libres hasta una reunión a la tarde. Hace rato que tenía ganas de caminar las librerías de la calle Corrientes, estoy feliz por de repente tener una increíble oportunidad para conseguir todos esos libros que no había comprado en los últimos meses. ¿para qué comprarlos? me había preguntado en varias ocasiones, si seguro están en Corrientes a mitad de precio. Con el pasar de las cuadras todas mis fantasías sobre ediciones a cinco pesos se van esfumando como la espuma que genera el Uvasal ni bien echás el polvito en el vaso con agua.
Termino comprándome uno que nunca había tenido intenciones de leer. Los que necesito en serio sólo están en una librería común y corriente, a precio de cadena multinacional. Los pago con enojo y las cosas parecen mejorar un poco cuando me ofrecen una tarjeta que suma puntos para obtener libros de regalo. Sin embargo, por lo que le entiendo a la vendedora (que no era librera) sólo funciona si comprás cinco libros por un monto similar al que sale el de Ari Paluch. Recién entonces tenés acceso ( inmediato, por supuesto) a una edición de bolsillo de esos libros al estilo Lenin para principiantes. Decido completar los papeles para obtener la tarjeta pero sólo porque es más fácil que explicarle a la vendedora(no librera) que no me interesa sumar créditos para poder acceder a ese super bonus libro pedorro.
Casi desahuciado, salgo de la librería y enfilo para La Giralda: un café con leche y un mozo de mal humor es justo lo que necesito después de la desilusión de las librerías. Mientras voy caminando hacia la calle Uruguay se escucha la música que sale de una disquería. Mi cuerpo se detiene. Es la misma canción, pero sobre todo es la misma versión. “Your day breaks, your mind aches”. La canción se va desplegando sobre los adoquines de la vereda y las estrofas se apoderan de mis pies impidiendo que se muevan de ahí.
Aquel verano adolescente ella me había grabado un cassette con tres canciones.
_ Para que las escuches cuando extrañes, me había aconsejado mientras subía junto a su familia la escalera mecánica del aeropuerto para embarcar. Eran momentos de crisis y la clase media se iba a España escapándole a las consecuencias de una economía que ella misma se había ocupado de apuntalar.
Una de esas canciones era For No One. Pero no por Los Beatles sino la versión de Caetano Veloso que está en ese precioso disco que es “Cualquer Coisa”. Imposible olvidar ese silbido del principio y la flauta previa al estribillo. Esa era la versión que sonaba en plena calle Corrientes, este lunes 22 de diciembre.
Aquel verano tenía quince años y me había ido de vacaciones con mis viejos a Córdoba. Aparte de aburrirme bastante, la extrañé horrores. El cassette era para escucharlo cuando la extrañase pero como eso pasaba todo el tiempo, y yo solía ser muy respetuoso de las consignas me la pasaba con el dedo en el play del walkman. La versión de For No One era la que más me gustaba del casette aunque los tres temas eran de lo mejor. De Spinetta estaba esa hermosa canción que es Quedándote o Yéndote y por último había una de Sabina a quien yo no soportaba demasiado pero que gracias a esa grabación terminé apreciando. De ese tema no me acuerdo el título, es la que dice “ no abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón tan maltrecho y ajado”
Tarareando esas canciones daba largos paseos por las sierras sólo pensando qué sería de ella en Barcelona. La imaginaba trabajando de mesera en un bar bohemio, conociendo músicos de rastas y fuertes brazos tatuados. Primero muy callada y hasta mala onda. Pero con el correr de las semanas se iba adaptando. La invitaban a salir varias veces hasta que por fin aceptaba. Fumaba mucho porro con un artesano ecuatoriano que se reía fuerte y terminaba acostándose con él.
Me preguntaba si ella seguía pensando en mí y escribía en una libreta diferentes maneras decirle cuanto la amaba y extrañaba. No quería llamarla todavía. Ella había prometido comunicarse cuando las cosas se acomodaran y cuando les pusiesen teléfono en el monoambiente que habían conseguido para los primeros meses. Tenía resuelto sólo llamarla si hasta su cumpleaños no se comunicaba ella, el 15 de marzo cumpliría los 18, era bastante más grande que yo, sobre todo a esa edad cuando las diferencias de edad pesan mucho más. En Buenos Aires pasaba bastante desapercibida. Pero con ella tan lejos me sentía mucho más pequeño e incapaz de manejar la distancia.
Ese fue el verano que empecé a dibujar. Me llevaba los lápices al costado del arroyo y me quedaba hasta que desaparecían los últimos rayitos de sol, en el medio hacía pausas haciendo sapitos con las piedras. En Córdoba hay muchas piedras pequeñas y chatitas, ideales para la práctica del sapito. Después volvía al hotel, cenaba con mis viejos y me iba a dormir. Con suerte charlaba con una pareja veinteañera de músicos con la que había generado una tenue amistad.
Llega el “A love that should have lasted years” final y los últimos acordes. La canción termina y arranca la siguiente: una banda de sonido de alguna peli de Europa del Este, sólo entonces levanto la mirada, despego los pies fijados a los adoquines y recorro los últimos cincuenta metros hasta la Giralda. Entro y me siento en una de las mesas contra la pared. Le hago señas a un mozo que está visiblemente de mal humor y le pido un café con leche: justo lo que necesito después de la desilusión de las librerías.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tomi!
A ver cuando volves papa!
Estoy escribiendo justo ahora y me acorde de voce de diegue.
Dale que este año le metemo huevo e.

Abrazo!

Juancho

macanudas* dijo...

ahora estoy bajando la canción.
si me pongo triste voy a odiarte.
pero ya estoy así como algo sensible y lo que leí potenció mis sensaciones.

está bueno que puedas generar eso contando tu realidad o tu ficción, no importa.

beso!
lu