domingo, 11 de abril de 2010

Te Cabe Polonio

Si fuiste uno de esos nenes con padres que te hacían mear en la calle quizás no seas consciente que es algo que te marcó a fondo. El pudor ya está inscripto de una manera especial en tu cuerpo y no necesariamente ahora sos un tipo que se pasea en bolas por las playas de Cabo Polonio.

Es para avergonzarse eso de que tu vieja te baje el short en pleno Blanco Encalada y te mande atrás de un árbol moribundo a hacer pis; tenía cinco o seis años y me parecía un momento de mierda. Entonces empecé a aguantarme las ganas y como por suerte no era de los que se hacían encima, aguantaba estoicamente hasta alguna parada en un baño de verdad.

Si te hacen hacer mear en la calle también aprovechan para pasearte en cuero ante la primera oportunidad. El “ Mojate la cabeza que te vas a insolar ” siempre está acompañado de un “¿ con este calor en remera ? Sácatela que sos varoncito y podés”. Y entonces andás con la panza al viento y entrás en la heladería donde están todos con remera y como es Belgrano encima hay muchos en chomba o camisa, es que en esos barrios hay mucha gente que se visten así hasta los domingos. O te tomás el ascensor, salís apurado porque no querés cruzarte con los vecinos pero al portero no lo podés eludir. Y te para en seco, él que a menudo es macanudo y te hace chistes sobre lo mal que va Boca, porque antes a Boca le iba mal, pésimo. Perdió tres a cero con Central la semana anterior y lloraste, es que es de las cosas que más te importan. Tu viejo te lleva poco a la cancha y cuando lo hace a las duras penas podés dormir la noche anterior por la ansiedad: te levantás temprano y hacés papel picado con los clasificados, después leés las formaciones de los equipos en el diario y la mañana se hace chicle. Rompés los huevos tanto que tu papá acelera los tiempos y salen temprano y terminan enganchando casi todo el partido de reserva.

Lo cierto es que el encargado te sigue mirando fijo y a vos te asusta, tanto que no escuchás cuando te habla pero sabés que hace referencia a que “no está bien andar sin remera por el pallier”. No le ves la cara porque preferís mantener los ojos a la altura de sus brazos donde el overol azul arremangado deja ver su antebrazo de boxeador amateur.

Y a vos te mata porque ni siquiera tu abuela está cuerda. Un día te lleva a pasear por Barrancas de Belgrano, te compra figuritas del mundial y aunque te toca Peter Rufai, ese arquero de Nigeria con la cara llena de pozos que lo tenés repetido hasta el hartazgo, también sale Alexis Mendoza: un defensor colombiano que es difícil y ahora te faltan sólo dos escollos para terminar el álbum: el arquero de Estados Unidos Tony Meola y una doble con dos suplentes de Corea del Sur. La tarde tiene todo para ser genial cuando le das un mordisco a la manzana acaramelada y rompés ese delgada capa dulce con un canino que está a tres semanas de caerse. Pero a tu abuela se le ocurre llamarte a un costado y susurrar como si alguien la estuviese grabando que por favor le hagas de campana porque se está haciendo encima. Entonces tragas saliva y obedecés resignado. La ves agachándose cerca de los arbustos y no querés más.

Entonces debe haber algo de todo eso dando vueltas cuando hacés la costa uruguaya y no te cabe tomar el jugo de arándanos en esa playita medio nudista que está escondida entre Valizas, Punta del Diablo y otro paraje de nombre ridículo. Y cuando la chica te dice que le gustaría quedarse ahí un par de días empezás a titubear y lo único que se te ocurre decir es que ya reservaste en La Pedrera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

mmm,conozco el trauma, pero no adhiero a el. Nunca tuve muchos problemas para hacer pis detras de un arbusto , tampoco para andar en bolas por la vida cuando era chica: es una de las pocas etapas donde ese tipo de impunidad esta permitida.
Aun asi, adhiero en que los codigos varian segun el lugar: nunca sera lo mismo La Boca o Ezeiza, que Belgrano. Naty