martes, 26 de noviembre de 2013

La Señal


Ya no tengo lectura de la noche, perdí la capacidad para interpretar signos, miradas y aprovechar momentos. El trimestre cerró  con el  logro aislado de chupar unas tetas colombianas en el Álamo con una jarra de cerveza en cada mano (yo, medio agachado)
Como “volver” no es fácil me propuse ejercitarlo en el día a día, estar atento: todo puede ser una señal.
Ahora, por ejemplo tengo fiebre, tiemblo de fiebre y voy a darme un baño. Pongo el agua  caliente al taco a pesar de que hace pésimo. Me escondo un rato largo abajo del chorro hirviendo que me abriga y después me acuesto en la bañadera. Cuando se llena, con el dedo gordo del pie izquierdo giro lentamente la canilla hasta cerrarla. Cierro los ojos, me puedo haber quedado así como una hora. ¿Y si me baja la presión y me desmayo? ¿Quién me saca de acá? Cinco minutitos más  ¿qué apuro hay? Igual nada bueno me espera de regreso a la cama. De repente una mosca gigante se posa sobre el azulejo y me mira guapeando.
Es la señal, la mosca me está diciendo claramente que tengo que reaccionar, que si me quedo tirado en la bañadera, la muerte se va a hacer una fiesta bárbara. Junto fuerzas y no puedo, la mosca empieza a zumbar y ahí sí, me paro de una, saco el tapón, agarro una toalla y le empiezo a dar con todo. La bajo al tercer intento, cae sobre el agua  y la veo en su recorrido final mezclada con agua sucia y restos de shampoo hasta que se escurre por la rejilla. Soy Sandokan. Un Sandokan chivadísimo.
Pienso en que Lisandro Aristimuño escribió una canción cuando tuvo mucha fiebre.  En los compañeros que pegaron carteles en la campaña de Fernández Meijide, en los amigos que se hacen los que tienen inseguridades  pero que reprograman garches por no tener disponibilidad y en que son esos los más peligrosos porque nos roban el relato.
Pienso en que como dice un amigo, la conchetas se van sin que te des cuenta, con una sonrisa cierran la puerta y no las ves nunca más, todo muy impecable.
Entonces, volvemos a ser nosotros mismos, hay que estar atentos, interpretar las señales, buscar la falta y meter uno de pelota parada.

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