lunes, 3 de abril de 2017

Retiro



El micro avanza entre las montañas de la selva inestable.
No nos caemos por la pericia de los conductores que,
borrachos de calor,
hacen que nos deslicemos por la ruta
como un tejo
de los fichines de la costa.

El mail decía: “llegar al pueblo y tomar un taxi”
pero me bajo en la ruta y a caminar
kilómetros de tierra.
Sidhartearla
De Gaulle llegando a París en el 44.

En vez del gobierno títere nazi
me recibe una chica
rapada
me pregunta mi nombre y si soy vegano
No
Pero… ¿preferís?
No.

Me acompaña a la habitación
sonríe sin parar
me dice que en una hora arranca el curso en el templo del fondo.

Tiene puesta una remera amarilla.
Todos están vestidos de amarillo
porque es el color del aprendizaje
los maestros están de naranja
y la maestra maestra, de blanco.

Es un cuarto como de colegio pupilo
el baño tiene las mismas baldosas blancas
en piso y pared.
Se me cae un pendejo mientras meo.
Molesta verlo en el suelo pulcro,
lo levanto con el pulgar
haciendo mínima presión contra la baldosa.

La primera meditación.
Duele la espalda y los pies se duermen.
Hay que visualizar un objeto, repetir un mantra
y llevar la respiración a un punto.
Al entrecejo, los que tenemos naturaleza racional,
al corazón los que son más emocionales.
Pruebo con una montaña de Córdoba pero la imágen está fuera de foco,
intento con la llama de una vela: no engancho.
Con un melón, que es mi fruta preferida,
se repite el fracaso.

A la noche tenemos la primera ceremonia.
Un maestro habla sobre erradicar las malas compañías
las que atentan contra la espiritualidad.
Relata cómo se fue alejando
de su grupo de amigos
con los que se juntaba a hablar de fútbol
y a tomar cerveza.
Desesperado, en el medio de una fiesta
hizo una postura de yoga complicadísima
para ver si lograba llamarles la atención.
Se rieron de él y nunca más los vio.
Cuando termina,
descubro que en el comedor hay un
frágil
wi fi.
WI FI RURAL
dice un cartel en la pared.
Funciona
como una inyección intravenosa
ver cómo el celular va,
de a poco,
acumulando
cientos de mensajes sin leer.

Empiezo por los individuales.
Hay uno de Paula.
Dice que me extraña y que cuando vuelva
por favor
pasemos una semana entera juntos
por favor
con aire acondicionado
y persianas bajas.


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