lunes, 5 de febrero de 2018

Derecho

Tenemos derecho
a un poema
sobre
nuestras vacaciones.

Por fin
tener tiempo
repercute tanto
en la consistencia
de nuestros desechos
como
en las actividades
que encaramos.

Mirar
a una hormiga
que sube la pared
y baila
el ula ula
sobre una mancha
de humedad
puede ser
un buen plan.

No vayan a creer que
para hacer
un poema
sobre
nuestras vacaciones
hace falta
ser un gran escritor.
¡Ni siquiera hace falta ser escritor!

La diferencia
entre el escritor
y el que escribe
es que el escritor
pone
(y saca)
comas.

Para hacer
un poema
sobre
nuestras vacaciones
no hace falta
ningún doctorado
en
comas.

Alcanza con
dos o tres
imágenes
de la ruta.

1)
El camión con gallinas
es impasable:
ellas se quieren escapar
de sus cárceles
tamaño
caja de zapatos
y pierden plumas
a rolete.

Es necesario
encender el limpiaparabrisas
para salir de esa realidad
plumífera.

2)
Este cartel
me llamó la atención:
Genética
de Primera Calidad
en Alfalfa
“Don Jorge”

3)
Un café que sólo pasa
si se lo baja
con dos alfajores.
No hay mejor
inyección
para seguir manejando:
todavía quedan
300 kilómetros.

Pero el coche no arranca.
Nada.
Ni mu.

_ “Puede ser el borne de la batería”
dice el hijo
del playero
de la estación de servicio.
Es un pibe de trece años
con cabeza gigante.

Tiene razón:
es el borne.
Qué mierdero el borne
repito la palabra “borne”
como si no la hubiera
aprendido
hace dos segundos
de la boca
de un millennial
pueblerino
reptiliano
superpsíquico
que al toque
trae una llave
número trece
y la tuerca justa
para que el auto
vuelva a encender.

Le quiero dar algo de guita,
pero no acepta.
Le digo
“que Dios te acompañe”
porque asumo
que en su vida
Cristo
juega de diez.

4)
A las siete de la tarde
el cielo se pone
de color extraterrestre.
Lo fraccionan
unas nubes fucsias
tan hermosas
que ridiculizan
toda creación humana
como el sistema
de control vehicular
que va proyectando las patentes
de los autos.

5)
El pelo de Paula
es rosa,
lacio
y queda apoyado
sobre la almohada
a un centímetro de mi nariz.
Toca mis labios
no puedo evitar
mordérselo.

6)
Me llega un mensaje de Nico,
está en México.
Me cuenta la historia
de un juez del Estado de Michoacán:
la gente humilde
preguntaba por él
como
“El justicia Mayor”,
nunca
como el juez.

EPILOGO:
Al final me pasé.

No fueron dos o tres
sino seis
las imágenes que
elegí para armar
estos versos.
Además, hice trampa
porque una
no fue sobre la ruta y
en otra
transcribí el mensaje
de un amigo.

Pero quedó claro:
no hace falta que pase nada             
demasiado fuera de lo común
para escribir un poema
sobre
nuestras vacaciones.

Ejerzamos el derecho
el asunto es serio
que si la poesía
no lo escribimos nosotros,
la escriben
los servicios de inteligencia.




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